Opinion

El exorcismo de Julio César Guianze

Como si avanzara en su escritura con los ojos vendados, las imágenes que recorren la cabeza del autor sólo pueden dejar de molestar cuando las escribe. Guianze lo sabe: escribir “es una forma de salvarme de mí, después lo que el lector haga con esas historias no me genera ningún tipo de curiosidad, me vivo sacando esos mundos, esos antros” dice. Por eso, para el autor de «Menú de guerra», escribir es un exorcismo. Y leerlo, también.

Periodista y escritor argentino, Julio César Guianze se refugió en la quietud de un pueblo costero uruguayo, dejó atrás miedos y viejas inseguridades para dedicarse a exorcizar historias y transformarlas en relatos frescos, crudos y honestos. Leer a Guianze es entrar en un mundo de cruda realidad. Su escritura, filosa y ágil, relata a lo largo de treinta cuentos las historias de lo que ocurre cuando nadie nos mira, las escamas que tenemos bajo la piel. Menú de Guerra es un libro cargado de inseguridades, política y sexualidad. El autor trabajó como comunicador político, periodista y agente de prensa, moviéndose en los pasillos del trasfondo político, escuchando detrás del telón y diseccionando historias. Su propia evolución queda plasmada en el libro: uno de los cuentos menciona su sorpresa al descubrir un cáncer que invade su garganta. Esa experiencia fue el punto de partida de relatos cargados por las emociones de quien supo meterse en la guerra con la escritura, consigo mismo, y salió fortalecido.
–¿Cómo es el salto de una persona que era agente de prensa a ser un escritor? 
–Yo escribo desde muy chico. Lo primero que escribí eran las cartas de amor de mis compañeros en la escuela: un compañero estaba enamorado de una chica y las cartas se las escribía yo. Tuve una infancia precoz, afectada por unos test que me habían hecho cuando era chico: dividía y hacía ecuaciones a los 6 años, tenía una cabeza muy curiosa y eso me fue llevando a querer aprender un montón de cosas. Tenía un padre relator, gran contador de historias, y me empecé a fascinar por escuchar esas historias. Alrededor de los 12 leí La Ilíada y fue el primer contacto que me generó una fractura mental: esa capacidad de relatar batallas con ejércitos y dioses que se meten en las conversaciones y en la vida de las personas, me atrajo de forma tremenda. Después estuve muchos años entre la literatura, la filosofía y la política. Lo único que me gustaba era leer y escribir. Empecé a hacer otro tipo de textos, ya no cartas de amor sino guiones para programas de radio. Eso me fue acercando a escribir contenido, pero yo mientras tanto escribía cuentos y cosas que no mostraba. Cuando tenía 13, volvió la democracia y hubo elecciones. Había un ambiente de inquietud y de reunión, y me acerqué a un círculo literario que se juntaba en el conurbano, en la zona de San Martín, ahí leía algunas cosas que escribía, pero eran todos adultos. En esos ambientes me empezaron a pedir textos políticos. Pero siempre tuve una situación conflictiva con dedicarme totalmente a la literatura. Era lanzarme al vacío y siempre tuve cobardía, terror de morir de eso, de aislarme mentalmente.
–¿En qué sentido aislarte? 
–Tenía miedo de que me enclaustrara, quedar días encerrado sin conexión con el mundo, haciendo solamente eso. Llegué a estar aislado mucho tiempo, no podía manejarlo, entonces me volcaba completamente, eso me traía un montón de conflictos con el resto. Me costó mucho tiempo. Yo digo que vampirizo lo que vivo. Lo que vivo no es solamente la situación en la que participo; lo que vivo es lo que leo, lo que me cuentan, lo que recuerdo, lo que sueño, lo que quiero, lo que imagino, entonces yo ahora estoy desinhibido, no tengo ningún freno ante la exposición de eso. Hay situaciones en las que me pongo en un lugar determinado que antes era imposible, o me inhibía…

 

LOS ESTERTORES DE UN CAMBIO DE CICLO POLITICO

 

Por: Ricardo Jaén. Analista de riesgo político.

@r_jaen

Casi como una mini resistencia a un golpe de estado en una ciudad de un país de opereta, cortado el tránsito y circulación de personas en un perímetro de cuadras determinado por la estrategia de defensa de la sede sindical, con barricadas, fuego y amenazas varias, un anacronismo viviente y sus “hombres”, en este caso del sindicalismo, se preparaba para resistir su detención.

Le siguieron un par de discursos frente a sus seguidores, uno de ellos desde un balconcito al cual solo le faltaba Madonna (¿el culata de Moyano?).

El primero amenazando directamente al gobierno, los ciudadanos y la propia ciudad.

El otro llamando “a la no violencia” como un verdadero estadista de barrio.

Entre tanto, las tropas de gendarmería avanzaban (haciendo acordar a un triste general que debía reprimir a los carapintadas) por la autopista que parece que se perdieron por alguna diagonal de la intrincada ciudad, porque nunca llegaron a los sucesos de la calle 44.

Después de alrededor de 10 horas de esta “resistencia heroica” y de jurar lucha hasta el final, una oportuna llamada de su abogado produjo un abrupto cambio de escenario: se dio a una precipitada fuga (que sería por poco tiempo) y sus seguidores se convirtieron rápidamente en expertos agentes de limpieza de calles, mientras otros “muchachos” procedían previa logística para asado nocturno a encerrarse y asegurar la mencionada sede.

Todo este espectáculo era trasmitido por televisión convirtiéndose en el gran programa de una tarde lluviosa y en un potencial aumento del caudal electoral para el oficialismo en los tres niveles, local, provincial y nacional.

Solo faltaba la solidaridad de la Doctora para que el símbolo de cambio de ciclo político se acercara casi a la perfección. (Ya era mucho pedir)

Ni el propio Duran Barba podría haberlo diseñado tan bien.

La realidad sigue siendo más poderosa que la ficción política.

Es interesante observar algunos detalles de este acontecimiento como por ejemplo que la orden de detención partió de Quilmes y no de La Plata, como me lo hizo notar un avezado periodista amigo, que hace ya meses se viene anunciando un procedimiento de intervención sobre su seccional y que la bizarra escena montada en la calle 44 duró todo lo que el gobierno deseo que durara.

La noche marco el fin de la aventura, con la oportuna detención del mismísimo líder sindical y parte de su familia, para todas las señales de noticias.

Nadie puede adelantar que el nuevo ciclo político (de una antojadiza periodización: 1870/1930, 1930/1983 y 1983/2015) que a mí juicio comenzó con el triunfo de Vidal en el 2015, sea mejor o peor, pero sí seguramente distinto.

@r_jaen