Por Martín López Lastra (Dr en Comunicación UNLP)
Hace unos días presencié una conferencia de dos experimentados editores y periodistas “nacidos y criados” criados en redacciones tradicionales de diarios. Fue en el marco de la inauguración de la cátedra libre de Periodismo y Comunicación “Mariano Moreno” de la Universidad de La Plata.
Luis Moreiro, Jefe de Redacción en el diario platense EL DIA y Héctor Gambini, Pro-Secretario de Redacción en Clarín, fueron muy generosos en compartir secretos de su experiencia.
No demoraron mucho ambos en remarcar que son ellos los primeros en tomar conciencia del desafío que lleva reconfigurar al diario papel. El diario papel lleva un descenso marcado de ventas y de circulación en general desde hace al menos una década, para ser piadosos. Se trata de atemperar esa baja hasta tanto se puedan reconvertir los modelos de negocios con el desarrollo de otras variantes.
En esta etapa aflora violentamente Louis Althusser, quien nos recordaba esto de la “reproducción de las condiciones de producción” de una empresa para mantener la tasa de ganancia. Esto implica prever el contexto que pueda interferir en el normal desarrollo empresario. Y el contexto es duro para el medio tradicional diario a quien se le va despojando su gran poder de generación de agenda, o su status de único vehículo de información de excelencia. En tal sentido, la nueva reproducción de condiciones de producción pasará por amalgamarse con el mundo digital y absorber sus ventajas comparativas para la propia supervivencia.
Otro aspecto de la disertación conjunta rozó el marco de interpretación de lo socio laboral del ejercicio del periodismo. Esto en la era de experiencias de fusión de soportes papel, digital y audiovisual, y la consecuencia que trae en cuanto al descenso de los puestos laborales periodísticos, surgió la necesidad de definir el perfil del nuevo periodista.
En ese sentido, se puso en tensión con lo tradicional a la propuesta de la “redacción multiplataforma” en la cual el periodista puede y debe actuar en función del mejor soporte que permita aprovechar la información. En buen romance, el periodista, de acuerdo con esta concepción, debe estar adaptado para redactar una nota de color, pero también para sacar fotografías, filmar un video con su celular o grabar una nota para radio.
Hasta con crueldad para quienes tenemos una visión tradicional, se hizo saber que el perfil de los periodistas “multifunción” resultan ser una necesidad en la nueva era. Esto claramente choca con quienes, en función de defender una legislación vigente, pueden presentar importantes reparos. Da la impresión que es una fuerte correntada la que ofrece esta nueva visión empresaria.
El futuro al respecto plantea el desafío para una resistencia sindical que exigirá de la mejor calidad de esfuerzos en función de sus representados. Es decir, un fortalecimiento de las actuales condiciones de producción en contraste con las que se avecinan.
Del otro lado está siempre el poder de incluir. Esto es hacer una oferta que no puedan rechazar los futuros periodistas. Un poco esto hace acordar a la prácticamente declamación (y muestra de resignación tal vez) de Viviane Forrester quien en su recordado libro “el horror económico” da cuenta de esta inaceptable opción planteada por el poder empresario de “explotación o exclusión”. El debate da para mucho más.
Queda por último aludir a algo más sobre la tensión entre lo tradicional y lo digital que nos remite nuevamente al referente empírico de una empresa periodística de diarios que incluye un incipiente o fuerte desarrollo digital.
Los disertantes han coincidido en que la era de la hiperinformación y la instantaneidad y masividad de las redes sociales, que nos pone a tanto de una noticia en cualquier momento del día, hizo desaparecer el valioso concepto de “primicia”.
Así, y en una situación de fuerte competencia, según sugieren los editores, es lujo desaprovechar el soporte digital para volcar una primicia o un relato periodístico en tiempo real. Justamente resultó valiosa la continua referencia al debate del proyecto de ley sobre despenalización del aborto en el Congreso que era simultáneo con la conferencia que ellos mismos protagonizaban.
Las alusiones a una marcada confrontación sin tregua entre redacciones “papel” y “on line” de un mismo diario, pasan a formar parte del estado del arte y de la historia. Nuevamente aflora aquello de la “reproducción de condiciones de producción” cuando se hace referencia a una sinergia de ambas redacciones con una sola conducción editorial que aproveche las ventajas comparativas que da el analizar si una noticia se va dar en tal o cual soporte y de qué manera se va a desarrollar. La información como materia prima abunda y en demasía, sólo hace falta generar el mejor valor agregado a la misma.
Una reflexión adicional merece el supuesto drama apocalíptico de esta inminente reconfiguración de medios tradicionales como el diario. El drama se sufre y se potencia tan sólo en una generación que vive y disfruta esa forma de periodismo, pero ninguna de estos temores aqueja a quienes ya conviven desde hace más de veinte años de producción periodística digital.
El temor proviene más de un sector empresario tradicional que se ve obligado a renovarse para atender nuevas demandas en nuevos mercados. Al respecto, los expositores coincidieron en que el prestigio de una marca (léase CLARIN, EL DIA) es una forma de capital intangible más que importante, porque da garantías de perpetuidad de un estilo ya conocido y que hizo fuertes a empresas que ya transitan varias décadas de éxito.
Sin embargo, habrá que coincidir en que ese “prestigio” tiene finitud y se somete a examen día a día, sobre todo con quienes, en su calidad de nativos digitales solo pueden tener referencias desde generaciones anteriores. Con lo cual, el momento de revalidar el prestigio tradicional y perpetuarlo es éste que estamos transitando.