Recuerdo de la Primaria y la Presidencia de Arturo Illia
Por: Ricardo Jaén
Había algo en común entre mi maestra de séptimo grado en el año 1966, la Profesora Laura Arreta de Lad, de la Escuela Graduada Joaquín Víctor González anexa a la Universidad Nacional de La Plata y el entonces presidente de la Nación, Arturo Umberto Illia, que no eran precisamente sus ´´colores políticos, ni sus creencias religiosas, ni leían los mismos autores, ni veían las mismas películas y casi es seguro que tampoco vieran los mismos programas de televisión y menos aún la fascinación que tenía mi maestra por la pintura y los museos (en particular por el Louvre) mientras que la política era la principal actividad de aquel mandatario que había nacido con el siglo.
La comunidad estaba dada en que ambos pensaban que la educación era el agente del cambio para el progreso social e individual y el instrumento por excelencia que el estado debía asegurar en su calidad y accesibilidad para que existiera igualdad de oportunidades y movilidad social ascendente.
Estos valores estaban profundamente arraigados en el pensamiento de la población independientemente de su condición socioeconómica y su posición política. Por supuesto que existían matices, pero a nadie le pareció una cosa que llamara en ese momento demasiado la atención que durante ese gobierno se destinara el 23 % del presupuesto nacional a la educación (la mayor cifra en la historia hasta el presente, que sí llamó la atención a la UNESCO que señalaba que la Argentina, había logrado lo que pocos, el óptimo porcentaje de asignación de recursos para la educación) simplemente porque estaba en perfecta consonancia con lo que la sociedad pensaba, fuera esta radical, peronista, socialista, conservador o no tuviera preferencias políticas definidas, era solo una cuestión de sentido común.
El mensaje era claro, al menos el que uno recibía de su casa y en la escuela. Estudiar para aprender para estar mejor. Si bien el salario docente en cualquier nivel era tema de reclamo permanente, también es justo decir que un modelo de automóvil fue asociado al docente en general, el Citroën 2cv, al menos hasta los años setenta. Esto que parece una simple ´´anécdota´´ revela la distancia que había en el desarrollo y complejidad entre el sistema educativo público y privado aquí existente y el resto de américa latina e incluso países de la Europa atlántica como España y Portugal.Esto se explicitaba claramente en la cultura donde mediante las editoriales de Buenos Aires se publicaban desde los clásicos, libros de texto, libros de lectura infantil y hasta el espectacular despegue de los jóvenes novelistas latinoamericanos, con los que se educaba el resto de Hispanoamérica.
En sus universidades en particular, la UBA, la UNLP y la UNC se educaban los futuros dirigentes políticos, sociales y culturales de una muy buena parte de américa. La calle Corrientes en la capital porteña era una meca intelectual para los jóvenes de los países de origen latino por sus teatros, librerías y cafés sin horario. En el cine se anunciaba el eminente estreno de ´´ Un hombre y una mujer´´ de Claude Lelouch y la próxima llegada de ´´Persona´´ de Ingmar Bergman, mostrando aún la persistencia del cine europeo sobre la arrasadora industria de Hollywood, con sus películas subtituladas frente al doblaje que tenía el cine en casi toda américa y España, por los altos índices de analfabetismo.
Ese año, por septiembre llegará el séptimo albún de estudio de los Beatles, ´´Revolver´´ y su memorable ´´Eleanor Rigby´,mientras que en el Instituto Di Tella muestras de artistas como Le Parc y Mac Entyre convivían junto a exhibiciones como “Picasso,150 grabados y obras de Xul Solar ante masivas concurrencias.
Mientras tanto, Alberto Ginastera como compositor y Manuel Mujica Láinez como libretista están escribiendo la ópera Bomarzo prohibida luego por Juan Carlos Onganía. Es el año en que es presentado el ´´auto argentino por excelencia´´ El Torino´´ producto de Industrias Kaiser Argentina en sus tres versiones, los cupés 380 y 380 W, y el sedán 300. Podríamos hablar de los méritos de la presidencia de Arturo Illia que los números arrojan como que: bajo la desocupación, disminuyo la deuda externa, se sancionaron las leyes de Salario Mínimo, Vital y Móvil, la también llamada ley de medicamentos y su exitosa campaña nacional de alfabetización. Todo ello dentro de una administración austera como era su vida personal. De honestidad y honradez no la sumo a esta columna porque nunca nadie en aquellos años consideraría eso como virtudes, sino de valores innegociables.
También podríamos hablar de deméritos: la represión de los actos públicos peronistas, la proscripción del peronismo, haber cedido al poder militar y solicitar a la dictadura que gobernaba Brasil que no permitieran llegar a Juan Domingo Perón a la Argentina en el ´´operativo retorno en 1964´´. La no investigación de la desaparición del militante sindical Felipe Vallese. La persecución de algunos artistas identificados con el peronismo. La persecución y suspensión de la personería gremial de algunos sindicatos.
Por cierto, mi admirada maestra de séptimo también tenía enormes méritos y algunos deméritos que prefiero olvidar.
Pero no es el tema de esta crónica.
La siempre caprichosa mirada apunta a que ese día en el que tristes y grises hombres como Pistarini u Onganía, por citar individuos del partido militar y sus corporaciones asociadas provocaron que, una mañana muy fría del 28 de junio de 1966 nos avisaron las autoridades de la Escuela que nuestros padres y transportes pasarían a retirarnos y que se suspendían las clases hasta nuevo aviso.
Mi maestra, que detrás de sus anteojos oscuros de aumento uno podía imaginar que en sus ojos algo pasaba, alcanzó a despedirnos con estas palabras: ´´… no importa cuando nos volvamos a ver, mañana o dentro de una semana, seguiremos estudiando y aprendiendo a pensar porque para ello la Universidad tiene una escuela primaria y ustedes asegurado sus ingresos en cualquiera de los secundarios de la UNLP, el Nacional, el Liceo o Bellas Artes y luego si pueden deben continuar sus estudios universitarios, porque en definitiva que nos eduquemos es lo único importante. Hasta mañana. ´´
No era un golpe militar con apoyo civil más, era el comienzo del principio o el fin del principio, por el cual comenzamos irremediablemente a retroceder camino a lo que hoy somos como sociedad: carenciados
@r_jaen Profesor en Historia (UNLP). Analista en riesgo político. Director Académico de la Cátedra Libre de Periodismo y Comunicación Mariano Moreno (UNLP)